La manera en que la iglesia afecta las vidas de las personas en la comunidad que ocupan es una de las marcas de un verdadero despertar.
Esto fue demostrado en 1735 durante la ocupación pastoral de Jonathan Edwards en Northampton:
Esta obra de Dios, como se ha llevado a cabo, y el numero de verdaderos santos que se han multiplicado, pronto hizo una alteración gloriosa en la ciudad; para que en la primavera y el verano siguiente, en el año 1735, la ciudad parecía estar llena de la presencia de Dios: nunca estaba tan llena de amor, ni tan llena de gozo; sin embargo tan llena de angustia como lo era entonces. Habían toques notables de la presencia de Dios en casi cada casa. Era un tiempo de gozo en las familias en la cuenta de salvaciones que se llevo a ellos; padres regocijándose con sus hijos como bebes recién nacidos, y esposos con sus esposas, y esposas con sus esposos.
Los caminos de Dios fueron vistos en el santuario [Sal. 68:24], el día de Dios era una delicia, y sus tabernáculos amables [Sal. 83:1]. O las asambleas publicas eran hermosas; la congregación estaba viva en el servicio de Dios, la intención sincera de todos era la adoración publica, cada oyente deseoso de beber las palabras que venían de la boca del ministro; la asamblea en general estaba, de tiempo en tiempo, en lagrimas mientras la Palabra se predicaba; algunos llorando de tristeza y angustia, otros de gozo y amor, otros con compasión y preocupación por las almas de sus vecinos. (Pg. 63, The Jonathan Edwards Reader, Yale Nota Bene)