“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.”

Deuteronomio 6:6-7

Las Escrituras dejan en claro que los padres son los principales responsables del discipulado de sus hijos. Una de las misiones del Centro Nacional para la Integración de Familia e Iglesias (CNIFI) es comunicar el hermoso diseño de Dios para el discipulado en el hogar y en la iglesia. En los siguientes recursos encontrará soluciones bíblicas a problemas en el discipulado familiar en la iglesia moderna.

Sin embargo, me gustaría ofrecer una palabra de precaución. Algunos padres, en respuesta a sus preocupaciones sobre los programas para jóvenes y adultos segregados por edad de sus iglesias locales,  pueden reaccionar de modo exagerado y desconectarse o incluso ser agentes de división en sus iglesias locales. Hasta pueden abandonar por completo a la iglesia local. Estas respuestas no son piadosas y sólo agregan más pecado y mayor confusión. La Iglesia es la novia y el cuerpo de Cristo. Esto significa que nuestra fidelidad y participación en una iglesia local es una parte integral de caminar con Cristo. Es por ello que uno de los aspectos de nuestra misión en el CNIFI es usar las Escrituras para mostrar el diseño maravilloso de Dios para una edificación armoniosa entre la iglesia y la familia, y no de su dislocación.

Nuestra oración es que los recursos que encontrará aquí lo dirigan a las Escrituras para descubrir un patrón rico y fecundo para la vida familiar y de la iglesia definido por el amor, la fidelidad, la obediencia y la unidad. Después de décadas de innovación y creatividad en los diversos programas de la iglesia moderna, es momento de volver a las Escrituras y someternos al plan para el discipulado que nos ha dado el mismo Dios.

Una carta de Scott Brown Director del CNIFI

Queridos hermanos y hermanas,

Nunca olvidaré los días cuando estaba pasando por un tiempo de evaluación y búsqueda en mi alma con respecto a los problemas que había visto en los programas modernos para el ministerio de niños y jóvenes. Estaba asistiendo a una buena iglesia. Yo amaba a esa iglesia y a mis amigos que estaban en liderazgo conmigo allí, pero yo tenía un conflicto porque cuanto más observaba mi entorno más parecía que algo tenía que cambiar drásticamente en la manera que estábamos discipulando a nuestros niños y familias. Y me sentí muy aliviado al ver que no tenía que inventar otro programa para arreglar las cosas, sino que Dios realmente nos había dado pautas claras y mandatos en la Biblia sobre la mejor manera de alcanzar a nuestros hijos. Nuestra partida de esa iglesia, con la bendición de nuestro pastor, abrió la puerta a nuevas aplicaciones de los principios que yo sentía que teníamos que recuperar. Si usted está experimentando una lucha similar a la que yo pasé, y está en busca de respuestas, lo urjo a no desanimarse, sino mas bien a que se deleite en el Señor y que recuerde que Dios promete dar sabiduría a los que la pidan en fe.

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