Los Teólogos de Westminster, escribieron el Catecismo corto comenzando con la famosa pregunta: “¿Cuál es el fin principal del hombre?” Pero fue Thomas Vincent (1634-1678), pastor de Santa Maria Magdalena de Londres, Milk Street, que ayudó a hacerlo popular . Vincent añadió sus propias notas explicativas y luego alentó su uso en su iglesia. Afirmó que los padres tienen una responsabilidad única para dar a sus hijos una educación teológica: “No es suficiente que ustedes traigan a sus hijos y sirvientes para recibir instrucción pública; pero es tu deber también instruirlos en privado, y en casa para examinarlos en sus catecismos.” Los autores del Catecismo Menor estában tan satisfechos con el trabajo de Vincent que añadieron su impronta propia y alentaron su uso por los creyentes a través de Inglaterra: “Juzgamos que pueda ser muy útil a todos los cristianos en general, sobre todo a las familias en su vida privada”
Vincent quería que el catecismo sea más que amigo en las familias – mucho estaba en juego. El ministró en una época hostil a la fe evangélica. En 1662 las autoridades lo expulsaron de su pastorado, probablemente por rehusarse a someterse a las medidas restrictivas de la infame Código Clarendon que requería la estricta observancia de todos los ritos de la Iglesia de Inglaterra. Para que la Iglesia persevere en la verdad y la pureza enfrentando tanta persecución, la próxima generación debe conocer la Biblia. Vincent puso esta responsabilidad directamente sobre los hombros de los padres
Ni la práctica de Vincent ni sus circunstancias eran novela. Cuando la iglesia primitiva sufrió persecución, sus líderes se volvieron hacia el método de la catequesis, literalmente, enseñando “de acuerdo al sonido” [por el oído, no por tareas de lectura]. Creyentes bien instruidos serían menos propensos a renunciar a la fe al estar bajo fuego. Sin embargo, el acto de catequizar a los niños no floreció sino hasta la Reforma que Juan Calvino sostuvo en el año 1548 que el bien de la Iglesia depende, en parte, de la catequización de los niños:
La iglesia de Dios nunca se preservara sin un catecismo, porque es como la semilla para mantener el buen grano, muere y se multiplica de edad en edad. Y por lo tanto, si deseas construir un edificio que dure un largo tiempo, y que no se destruya pronto, haz provisión para los niños.
En Inglaterra del siglo XVII, muchos pastores puritanos pueden habersen preguntado si el edificio de la Iglesia estaba quedando en decadencia mientras los evangélicos fueron expulsados de sus ministerios o, peor aún, condenados a muerte por su celo. No obstante, en vista de tal oposición, instaron y equiparon a los padres para que catequicen a su niños. Hasta bien entrado el siglo XIX, las iglesias y los padres consideraban los catecismos un componente esencial de la educación teológica de sus hijos. Los tiempos han cambiado.
En la Iglesia moderna (y la familia moderna), catecismos se consideran las herramientas antiguas de una época pasada. A pesar de esta tendencia, los padres y las madres deben reclamar el precedente establecido por sus padres espirituales y asumir la responsabilidad que les corresponde. Esto es para el bien de las almas de los propios niños y, sobre todo, la pureza de la Iglesia.