La Biblia está llena de ejemplos de niños que no sólo no perdieron su juventud, pero hicieron grandes cosas:
Josías: El rey niño que marcó el comienzo del renacimiento en la tierra.
Josue: El joven que ayudó a Moisés.
José: El niño que se mostró fiel en medio de toda adversidad.
Salomón: El muchacho que priorizo la justicia.
David: El muchacho valiente que temía a Dios más que al hombre.
Mientras que David es el más famoso por haber matado al vil filisteo, Goliat, también hay que recordar que cuando el puso esa piedra en la frente del gigante, el era ya un experto en la música y la poesía y el negocio de la familia – así como el arte de arrojanr piedras. Su cualidad más importante, sin embargo, era que temía a Dios más que al hombre. Mientras que otros hombres se acobardaron, el se levantó, por temor a Dios. Sea que él estaba bajo las estrellas como un pastor o en el campo de batalla, el siempre estaba ocupado el negocio de su padre. David no gasto su juventud.
Estos niños presentados en la Escritura no gastaron los años de su juventud, pero en su lugar se levantaron y sirvieron a Dios en sus generaciones. Esto está marcado en contraste con la cultura juvenil de nuestros días, cuando lo normal es que miles de horas de los jovenes se dan a los juegos, entretenimientos, y la fantasía. Este tipo de desviación juvenil no promueve la gloria de Dios.
En contraste con este tiempo gastado de la juventud, hay muchos ejemplos inspiradores de la historia en sentido contrario. Algunas de las hazañas más significativas se han llevado a cabo por hombres jóvenes. Charles Spurgeon predicaba a los dieciséis años; Richard Baxter a los veintitrés años; Juan Calvino fue un capellán a los once años y comenzó a predicar a los veintidós años. Los escritores Shelley, Byron y Keats, y los musicos Chopin y Mozart crearon algunas de sus obras maestras cuando ellos estaban en su adolescencia. A pesar de que algunos de estos hombres talvez no eran piadosos, ellos ejemplifican el potencial de los jóvenes. Ten en cuenta también a John Quincy Adams, quien fue diplomático en su adolescencia, y David Farragut que comandaba un barco capturado a la edad de doce años. Recuerda a George Washington, quien escribió sus reglas de urbanidad cuando sólo tenía catorce años, y Jonathan Edwards, quien escribió sus resoluciones cuando era un adolescente. Estos son sólo algunos de los innumerables ejemplos existentes de los individuos, que aprovecharon la fuerza dada por Dios en su juventud e hicieron grandes cosas.
Además, ha habido aquellos quienes han ampliado ese enfoque y capturado el poder de resistir en la juventud, y movilizar ejércitos para lograr sus metas. En el mundo antiguo, Alejandro Magno tomó miles de hombres jóvenes con él y conquistó el mundo antiguo al cumplir los treinta años. Hitler comprendió el poder de un ejército bien movilizado por los jóvenes y creó el abominable “Juventudes Hitlerianas.” Los comunistas gastan sus recursos de comunicación en los jóvenes porque ellos entienden lo importante que es aprovechar su pasión y energía.
El testimonio de los patrones de los mejores niños en las Escrituras indica que la juventud no debe ser tirada lejos en desordenados juegos y irrelevancias.
Un padre cristiano es prudente para ayudar a su hijo a entender en todo manera posible lo importante que es utilizar sus años de juventud para la preparación de grandes cosas-y grandes adversidades. Para hacer esto, el necesita dar grandes cosas para hacer hijo. Cuando él se dedica a grandes cosas, el se enfrentará a obstáculos y problemas que pondrán a prueba y lo endurecerán. Es a través de las dificultades y las pruebas de las tareas de importancia que lo estarán preparando para hazañas aún mayores en el futuro. Y quién sabe, su hijo puede terminar en una batalla que supera con creces los requisitos del corazón, alma, fuerza y coraje de un “Iwo Jima”.
Por ello, los padres deben decir a sus hijos: “No gastes tu juventud.” Luego tienen que ir al lado de ellos y ayudarles a aprovechar su tiempo en hazañas significantes.