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Un Predicador Debe Personificar El Evangelio

Publicado por Scott T. Brown el 07/15/2014
El predicador debe personificar el evangelio. Sus divinas características más distintivas, deben ser incluidas en él. El poder restrictivo del amor debe estar en el predicador como una fuerza saliente, excéntrica, y auto-inconsciente. La energía de la abnegación debe estar en su ser, su corazón, su sangre y sus huesos. Él tiene que salir como un hombre entre los hombres, vestidos de humildad, permaneciendo en la mansedumbre, sabio como una serpiente, inocente como una paloma; los lazos de un criado con el espíritu de un rey, un rey con una conducta alta, real, e independiente, pero con la sencillez y la dulzura de un niño. El predicador debe arrojarse con todo el abandono de una fe perfecta, auto-vaciada y un celo que se consume a sí mismo, en su trabajo por la salvación de los hombres. Mártires intrépidos, compasivos e heroicos, deben ser los hombres que aguantan y dan forma a una generación para Dios. Si son unos timidos ahorradores de tiempo, si son hombres que quieren agradar a hombres o les temen a hombres, si su fe tiene una débil espera en  Dios o en  su Palabra, si su negación es rota por cualquiera de las fases de sí mismo o del mundo, no pueden apoderarse de la Iglesia ni del mundo para Dios. 
 
EM Bounds, Poder a través de la Oración, 1907, p2-14

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