El culto familiar puede convertirse en una monotonía resentida o una alegria anhelada. Esto se ilustra poderosamente por John G. Paton, el fiel misionero a los caníbales de las islas Nuevas Hébridas, en su autobiografía Misionero Patriarca. Paton discute radicalmente diferentes resultados de lo que era fundamentalmente la misma actividad:
Ha sido una cosa increíble para mí, que, de vez en cuando me he encontrado con hombres que culpan este "catecismo" por darles un disgusto a la religión; cada persona a nuestro alrededor piensa y siente exactamente lo contrario. Que aquello impuso los fundamentos solidos como roca de nuestra vida religiosa. El pasar de los años ha dado a estas preguntas y respuestas un significado más profundo o modificado, pero ninguno de nosotros hemos soñado ni una sola vez que hubieramos deseado ser entrenados de otra manera. Por supuesto, si los padres no son devotos, sinceros y cariñosos, - si todo el asunto en ambas partes es trabajo, o peor, hipócrita y falso, - ¡los resultados deben ser muy diferentes!
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