Los Niños en la Reunión de la Iglesia de Efeso – Scott Brown

por Scott Brown, Tema: Español

Efesios 6:1-4 es el pasaje del Nuevo Testamento más esencial sobre la crianza de los hijos y la paternidad. Es un mensaje extremadamente simple y estabilizador a la luz del vertiginoso despliegue de consejos que el mundo ofrece a los padres. Encontramos cuatro ideas principales que surgen de este texto. Primero, el escenario: la reunión en la Iglesia. Segundo, hay dos mandamientos simples para los niños: obedecer y honrar (Efesios 6:1-2). Tercero, hay dos resultados que los niños entienden: la vida buena y la larga vida (Efesios 6:3). En cuarto lugar, hay dos trampas peligrosas para los padres: provocar y descuidar (Efesios 6:4).

Este artículo está enfocado en el primer punto — el escenario de la reunión de la Iglesia.

En los dos primeros versículos, Pablo está claramente hablnádole a los niños. Estos son niños que están en la reunión de la iglesia de Efeso, escuchando la lectura de la carta. Pablo usa una forma gramatical griega llamada el caso vocativo,en este momento usa el “vocativo de dirección directa.” Él está dirigiéndose directamente a los niños en la reunión de la iglesia. Esto evidencia el hecho de que niños estaban presentes en las reuniones de las iglesias primitivas.

En su comentario sobre Efesios, William Hendricksen lo explica así:

El apóstol asume que cuando esta carta se lea a las diversas congregaciones los niños no pueden faltar. Ellos están incluidos en el Pacto de Dios…, y Jesús los ama …. Si Pablo estuviera presente con nosotros hoy estaría sorprendido por el espectáculo de niños que asisten a la escuela dominical y que se van a sus casas justo antes del servicio de culto regular. Él tiene una palabra dirigida directa y específicamente a los niños. (William Hendricksen, Gálatas y Efesios (Grand Rapids: Baker, 1979) pag. 258)

Las reuniones incluían a chicos jóvenes como Eutico (probablemente entre 7 y 14 años) quien salió de la reunión pasada la medianoche al caerse de una ventana. Fue vencido por el sueño durante una larga predicación paulina, cabezeó y se cayó del ventanal (Hechos 20:7-12).

Tenemos que entender que las reuniones en la iglesia primitiva incluían a bebés a quienes apenas les estaba saliendo los dientes, varones de ocho años de edad programados para estar en constante movimiento, y jóvenes adolescentes enfrentando las tentaciones de lo mundano de este mundo. Los niños no estaban en escuelas dominicales segregadas por edad, estaban en medio de la reunión, y estaban siendo instruídos junto a todos los demás. Las reuniones de la iglesia primitiva estaban complementadas plenamente por relaciones.

No hay indicación alguna en las Escrituras de que los niños fueran retirados de reuniones diseñadas para la predicación, la lectura de las Escrituras, la oración y la adoración. Mas sin embargo en nuestra cultura, es automático y exhaustivo. Haz un contraste entre las reuniones normales de nuestras iglesias y las prácticas normales registradas en la Biblia:

* El tiempo de Moisés: Deuteronomio 31:12-13;
* El tiempo de Nehemías: Nehemías 8:1-3, Esdras 10:1;
* El tiempo de Jesús: Mateo 18:1-5, 19:13-15, y
* El tiempo de Pablo: Efesios 6:1-4, Col. 3:20.

Jeremy Walker lo resume así:

La presunción constante de las Escrituras es que los niños estaban presentes en el culto del pueblo de Dios. En la época de Nehemías, hombres, mujeres y todos los que podían escuchar con entendimiento, se reunían para escuchar al escriba Esdras leer la Ley (Neh 8.1-3; Esd 10,1). Ciertamente Moisés asumía que, literalmente, los “hijos” de Israel tenían que estar presentes cuando se leyera la Ley (Dt. 31,12-13). Las cartas de Pablo, destinadas a ser leídas en las iglesias, asumen la presencia inteligente de niños (Ef. 6,1-4; Col 3, 20), Estos también estaban presentes cuando el Señor Jesús enseñó (Mt 18,1-5; 19,13-15). (Citado en la revista Banner of Truth, 7 de noviembre de 2002, “La Asistencia de los Niños en el Culto Público”)

Como estudio adicional, consulta los siguientes pasajes donde se menciona que los niños estaban presentes en las reuniones del pueblo de Dios.

En Josué 8:35, Josué edificó un altar al Señor en el monte Ebal de piedras enteras en las cuales nadie había puesto jamás un instrumento de hierro. Allí él leyó “todas las palabras de la ley”.

No hubo palabra alguna de todo cuanto mandó Moisés, que Josué no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel, y de las mujeres, de los niños, y de los extranjeros que moraban entre ellos. (Josué 8:35)

Joel 2:15-16 describe un momento de arrepentimiento del pueblo donde todos estaban reunidos, incluso la novia y el novio en el día de su boda.

“Tocad la trompeta en Sión, proclamad ayuno, convocad asamblea. Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia.” (Joel 2:15-16)

Me gustaría plantear cuatro preguntas que nos pueden ayudar a reflexionar más profundamente sobre este tema, con la esperanza de que nos ayude a entender lo importante que es experimentar la adoración a Dios y la comunión con los santos junto a nuestros hijos.

I. ¿Qué manera es más bíblica?

¿Deben los niños estar en la reunión de la iglesia, junto a sus padres? Si solamente tienes la Biblia, ¿a qué conclución llegarías sobre qué hacer con el cuidado de los niños en la iglesia? ¿Hay alguna evidencia de la existencia de servicios de guardería para apoyar la adoración y la instrucción del pueblo de Dios? ¿Hacen los apóstoles alguna alusión a una guardería o escuela dominical? ¿Hay algún mandamiento relacionado a este tema? ¿Hay algún ejemplo en las Escrituras que podamos imitar?

II. ¿Qué efecto tienen los cantos de alabanza en un niño?

Esta pregunta toca el punto del poder de la música sobre todo ser humano. Podemos decir, “Nuestros niños no reciben nada en el servicio,” pero en realidad no lo creemos. Se nos pone la piel de gallina cuando cantamos al bebé que está en el vientre de su madre. Creemos que desde la concepción los sonidos e incluso las actitudes que los rodean están afectando su proceso de desarrollo. Algunas personas tocan música clásica para el bebé en el vientre, mientras que otros sostienen que sólo el escuchar la música produce hijos más inteligentes fuera del vientre.

Permítanme sugerir que es verdaderamente maravilloso sumergir a los niños en las preciosas canciones de nuestra fe desde que están de brazos. ¿Cual el el momento idóneo de traer a tus hijos a los cultos de la iglesia? Yo aconsejo a las familias a que traigan a su bebé el primer domingo después de su nacimiento, y que lo contiúen haciendo semana tras semana, durante toda su vida.

Los niños sacan algo de todo lo que experimentan. Por lo tanto, debemos abandonar la idea de que “mi hijo no se beneficia en nada de la iglesia para los adultos”. Esto es subterfugio y desinformación. Además, nadie puede sacarle el todo a nada, particularmente a un sermón. Los llevamos a la biblioteca y ellos no aprenden todo lo que hay ahí. Ellos escuchan todas nuestra conversaciones, pero no pensemos por un momento que todo lo que hablamos está más allá de su entendimiento.

Es de gran valor para un niño pequeño experimentar la adoración profunda y auténtica de la Iglesia. Algo se les está transfiriendo al ver a sus padres dar de los recursos de la familia durante la ofrenda. A medida que crecen, su entendimiento se incrementará. Algo aprenden al ver a los adultos “adorar en espíritu y en verdad” (Juan 4:23).

Ellos no lo entienden todo, pero pueden aprender algo al observar el fervor y la autenticidad de la iglesia en su expresión de amor a Dios, su dependencia en Él, y su gozo en Él. Este es el valor de tener a los hijos en la iglesia.

Los niños progresivamente entienden lo que un padre y los miembros de la iglesia aman y aprecian. Año tras año, su comprensión crece, el pozo se va llenando. Es el efecto acumulativo de pensamientos y actividades profundas y significativas lo que estamos buscando.

III. ¿Qué efecto tiene sobre un niño la enseñanza de la Palabra ?

Al participar del culto de la iglesia, los niños pueden experimentar la enseñanza de la Palabra de Dios y comenzar a entender la importancia de la predicación. Esta es la perfecta oportunidad para un padre compartir con sus hijos cómo la predicación de la Palabra toca su corazón y cómo él planea lograr que a su familia esté de acuerdo con ella.

* Sólo Dios sabe lo que un niño recibe al escuchar a su padre orar.
* Sólo Dios sabe lo que un niño recibe al escuchar la adoración del pueblo de Dios.
* Sólo Dios sabe lo que un niño recibe al ver a hombres ponerse de pie y habrar de las cosas de Dios.
* Sólo Dios sabe lo que un niño recibe de experimentar la comunidad cristiana.

En realidad es más simple de lo que tú piensas. La actitud debe ser: La iglesia es el tiempo de compartir en familia, la nuestra y la de Dios.

Disfrutamos salir a comer juntos como familia. Disfrutamos ir a la playa como familia. Entonces, ¿por qué no disfrutar del culto, la enseñanza y el compañerismo como familia, junto a nuestra familia espiritual de hermanos y hermanas en Cristo?

IV. ¿Cual camino es más maravilloso?

Esta pregunta nos ayuda a pensar con claridad acerca de lo que es realmente superior. Todas las opciones no son iguales. Recientemente, después de nuestro servicio de adoración, le pasé por el lado a una madre que llevaba cargada a su bebé y observé como ella respiró profundamente como para inhalar el aroma de su bebé. Me dijo:

“Puedo darme cuenta siempre de quién cargaba a mi hija durante el servicio de adoración, solo por el perfume. Por ejemplo, sé que su esposa Deborah tenía a mi hija durante el culto.”

¿Dónde prefieres tener a tu hijo? En los brazos de una de nuestras madres, o padres, o adolescentes, o en un cuarto a prueba de sonidos, jugando con juguetes llenos de saliva? ¿Es mejor para un niño estar con su madre mientras ella canta las palabras de alabanza de preciosos himnos, o estar en la guardería con el encargado del cuidado de niños y quién sabe con cuántos otros niños más?

¿No sería más maravilloso que tomáramos nuestra responsabilidad e involucráramos a nuestros hijos en las reuniones de la iglesia, si usáramos estas reuniones como una oportunidad para ser sus entrenadores personales y hacer crecer su amor por el cuerpo de Cristo, aumentar su aprecio y apetito por la oración y cultivar su afecto por la predicación de la Biblia? De este modo, estaríamos haciéndole resistencia a las prácticas de descuidar, rechazar y despreciar a los niños, las cuales se están llevando a cabo en nuestras iglesias. ¡Es más maravilloso!

¿Por qué tener a los niños en las reuniones de la iglesia?

Esta sería una pregunta extraña para la gente del año 1800, pues siempre tenían a sus hijos con ellos durante los servicios. Esto era lo normal. Esta pregunta nunca se preguntaría pues todos siempre tenían a sus hijos consigo.

La pregunta también sería extraña para la gente de la iglesia primitiva. Ellos se reunían en las casas con todos presentes y Jesús dejó claro a sus discípulos que los niños siempre eran bienvenidos.

La pregunta sería extraña para el pueblo de Israel. Tenemos muchas referencias en el Antiguo Testamento que registran la presencia de los niños durante eventos importantes, donde la palabra de Dios estaba siendo comunicada a grupos de personas. Los escritores del Antiguo Testamento hacen mención de esto sin interpretación.

Es obvio que la práctica normativa para Israel y la de la iglesia primitiva era integrar a los niños a las prácticas normales de sus reuniones. En ninguna parte encontramos razgo alguno de enseñanza o ejemplo del enfoque moderno de la iglesia segregada por edad.

Traigamos nuevamente a nuestros hijos a las reuniones de la iglesia. Yo creo sinceramente que si el Señor Jesucristo estuviera aquí en el siglo XXI, Él sería el primero en invitarlos de vuelta.

Scott T. Brown

Scott T. Brown es el presidente del Centro Nacional para la Integración de Familias e Iglesias y es anciano en la Iglesia Bautista Hope en Wake Forest, Carolina del Norte. Scott se graduó de la Universidad Estatal de California en Fullerton con una licenciatura en Historia y recibió una Maestría en Divinidad de la Escuela de Teología Talbot. Él le dedica la mayor parte de su tiempo al ministerio pastoral, a conferencias sobre la paternidad, a la reforma de la iglesia, y al fortalecimiento de la familia. Él y Deborah han estado casados por 31 años y tienen cuatro hijos adultos. Scott también ayuda a las personas a pensar sobre las dos instituciones más importantes que Dios ha establecido: la iglesia y la familia.