Deberes del Cabeza de Familia – John Bunyan

por John Bunyan, Tema: Español

Si tienes bajo tu cuidado a una familia, entonces debes considerar las diversas relaciones bajo las cuales te hallas, y debes saber que tienes, en cada una de ellas, un trabajo que hacer para Dios y que Él espera de ti un comportamiento fiel en cada una de ellas.

Deber de la Familia en General

El que es cabeza de una familia tiene un trabajo que realizar para Dios: gobernar correctamente a su propia familia. Y su obra es doble: primero, en relación a su estado espiritual; segundo, en relación a su estado exterior.

Primeramente, en relación al estado espiritual de su familia, él debe ser muy diligente y circunspecto, haciendo su máximo esfuerzo para aumentar la fe donde ya la hay, y para iniciarla donde no la hay. Con este fin, él debe diligentemente y con frecuencia compartir con los de su casa las cosas de Dios, basado en Su Palabra, que sean apropiadas para cada caso. Y no dejar que nadie cuestione su autoridad en la palabra de Dios por tal práctica; porque si la enseñanza en sí misma es de buen nombre, y tiende a la virtud social, entonces está dentro del alcance y los límites de la naturaleza misma, y ha de ser transmitida. Cuanto más las enseñanzas de una naturaleza aun más elevada; además, el apóstol nos exhorta: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad” (Fil. 4:8). Pero ser versado en este piadoso entrenamiento en nuestra familia, es muy digno de elogiar, y el deber de todo Cristiano. Ésta es una de las cosas que Dios tan altamente encomendó a su siervo Abraham, y con lo cual afectó tanto su corazón. Conozco a Abraham, dice Dios, “conozco” que es de verdad un buen hombre, porque “mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová,” (Gén. 18:19). Esto fue algo que también el buen Josué determinó que sería su práctica mientras él respire sobre esta tierra. “Yo y mi casa serviremos a Jehová” (Jos. 24:15).

Además, también encontramos en el Nuevo Testamento que los que no cumplían este deber eran considerados de un rango inferior; sí, tan inferiores que no eran dignos de ser elegidos para ningún oficio en la iglesia de Dios. El [anciano o] pastor tiene que ser alguien que gobierne bien su propia casa, que tenga a sus hijos sujetos con toda seriedad; Porque el hombre que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar la iglesia de Dios? “Conviene, pues, que el anciano sea… marido de una mujer…, que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad” (1 Tim. 3:2, 4). Note que el apóstol parece determinar al menos esto: que el hombre que gobierna bien su familia, tiene una de las cualidades que debe tener el pastor o diácono en la casa de Dios, porque el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo puede cuidar la iglesia de Dios? Considerar esto nos aclara el trabajo del cabeza de familia, en cuanto al gobierno de su casa.

1. El pastor debe ser firme e incorrupto en su doctrina; y en realidad también debe serlo el cabeza de familia (Tito 1:9; Ef. 6:5).

2. El pastor debe ser apto para enseñar, reprender y exhortar; y así debe ser también el cabeza de familia (1 Tim. 3:2; Deut. 6:7).

3. El pastor tiene que ser ejemplo de fe y santidad; y así debe ser también el cabeza de familia (1 Tim. 3:2-4; 4:12). “Entenderé,” dice David, “en el camino de la perfección… en integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa” (Sal. 101:2).

4. El pastor es para reunir a la iglesia; y cuando la haya reunido, entonces orar entre ellos y predicarles. Esto es recomendable también para el cabeza de familia cristiano.

Objeción: Pero mi familia es impía y rebelde concerniente a todo lo bueno. ¿Qué debo hacer?

Respuestas:

1. Aunque esto sea verdad, igualmente debes gobernarlos, ¡y no ellos a ti! Dios te ha puesto sobre ellos, y debes usar la autoridad que Dios te ha dado, tanto para reprender sus vilezas, como para mostrarles la maldad de su rebelión contra el Señor. Elí lo hizo, pero no lo suficiente; igualmente David (1 Sam. 2:24, 25; 1 Cron. 28:9). También, debes contarles qué triste era tu propio estado cuando te encontrabas en la condición de ellos, así que esfuérzate en rescatarlos de la trampa del diablo (Mar. 5:19).

2. También debes esforzarte para llevarlos a que asistan a los cultos de adoración a Dios, quizas Dios convierta sus almas. Jacob le dijo a su familia y a todos los que lo rodeaban “Levantémonos, y subamos a Beth-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia” (Gén. 35:3). Ana llevó a Samuel a Silo, a fin de que morara con Dios para siempre (1 Sam. 1:22). Verdaderamente, el alma tocada correctamente se esforzará por llevar a Jesucristo no sólo a su familia, sino a toda la ciudad (Juan 4:28-30).

3. Si son obstinados, y no quieren seguirte, entonces trae a tu casa hombres piadosos y de convicciones firmes para que la Palabra de Dios sea predicada, cuando hayas reuniendo a tu familia y amigos como Cornelio (Hechos 10).

Tú sabes que los carceleros, Lidia, Crispo, Gayo, Estéfanas y otros fueron salvos no sólo ellos mismos, sino que también los de su familia por la Palabra predicada, y algunos de ellos, si no todos, por la Palabra predicada en sus casas (Hechos 16:14-34; 18:7, 8; 1 Cor. 1:16). Y esto puede haber sido una razón entre muchas, por la cual los apóstoles, en su época, enseñaban no sólo en público sino también de casa en casa. Yo digo que ellos podían, si era posible, traer a aquellos de las familias quienes aun eran inconversos y vivían en sus pecados (Hech. 10:24; 20:20, 21). Algunos de ustedes saben qué común era en los tiempos de Cristo, invitar a Cristo a las casas, si tenían algún enfermo que no quería o no podía acudir a él (Luc. 7:2, 3; 8:41). Si es así con los que tienen enfermedades exteriores en sus familias, entonces, cuanto más cuando hay almas que necesitan de Cristo, ¡que les salve de la muerte y la condenación eterna!

4. Mira que no descuides tú mismo los deberes familiares entre ellos, como leer la Palabra y orar. Si tienes algún familiar que es salvo, toma ánimo; si estás solo, reconoce que tienes tanto la libertad de acercarte a Dios por medio de Cristo como la capacidad en ese momento de tener a la iglesia universal uniéndose a ti en oración a favor de todos los que habrán de ser salvos.

5. Mira que no permitas en tu casa libros o conversaciones impíos, profanos o herejes. “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Cor. 15:33). Me refiero a libros profanos o herejes que tienden a provocar una vida liviana o que se oponenen a las enseñanzas fundamentales del evangelio. Sé que se debe permitir que los cristianos tengan su libertad con las cosas que son indiferentes, pero esas cosas que atacan la fe o la santidad, deben ser abandonadas por todos los Cristianos, y especialmente por los pastores de las iglesias, y las cabezas de familias; tal como sucedió con Jacob cuando ordenó a su familia y a todos los que estaban con él que desechen los dioses extraños entre ellos, y que se cambiaran sus vestidos (Gén. 35:2). Todos aquellos personajes de Hechos dejaron un buen ejemplo sobre esto, cuando tomaron sus libros mundanos y los quemaron ante todos los hombres, aunque valían cincuenta mil piezas de plata (Hech. 19:18, 19). El descuido de este cuarto asunto ha ocasionado ruina en muchas familias, tanto entre los hijos como los siervos. El que vanos charlatanes y sus obras engañosas desvíen a familias enteras es más fácil de lo que muchos suponen (Tito 1:10, 11). Ya hemos tocado el estado espiritual de tu familia. Ahora veamos su estado exterior.

Segundo, con respecto al estado exterior de tu familia, debes considerar estas tres cosas:

1. Que es tu obligación asegurarte de que cuenten con el sustento necesario, “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” (1 Tim. 5:8). Observa que cuando la Palabra dice que debes tener cuidado de los suyos, no te da licencia para descuidarlos, ni permitir que el mundo entre en su corazón, ni en tu cuenta de banco, ni que te preocupes de los años o días venideros, sino que proveas el sustento a fin de que tengan comida y ropa; y si cualquiera de ustedes o tú mismo no se contenta con eso, se están saliendo de los límites del gobierno de Dios (1 Tim. 6:8; Mat. 6:34). De esto se trata trabajar a fin de contar con los medios para “gobernarse en buenas obras para los usos necesarios” (Tito 3:14). Y nunca objete que a menos que logre tener más, no estará satisfecho: eso es falta de fe. La Palabra dice que Dios da de comer a los cuervos, cuida a los gorriones y viste a la hierba. ¿Qué más puede desear el corazón que ser alimentado, vestido y cuidado? (Luc. 12:6-28).

2. Por lo tanto, aunque mantengas a tu familia, haz que todo tu trabajo sea con moderación: “Vuestra modestia sea conocida de todos los hombres” (Fil. 4:5). Cuídate de ocuparte tan intensamente de las cosas de este mundo al punto de obstaculizar el cumplimiento de tus deberes y los de tu familia para con Dios, los cuales, por gracia, tienes que cumplir; como orar en privado, leer las Escrituras y reunirte con otros creyentes. Es indigno que los hombres, junto con sus familias sigan al mundo al punto de apartar su corazón de la adoración a Dios.  Cristianos, “el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo pasa. (1 Cor. 7:29-31). Muchos cristianos viven y actúan en este mundo como si la religión fuera un negocio y como si este mundo fuera lo único que realmente se necesita, cuando en realidad todas las cosas de este mundo son transitorias y la religión es lo único verdaderamente necesario (Luc. 10:40-42).

3. Si quieres ser cabeza de una familia digna de ti, debes ocuparte de que haya armonía cristiana entre los que dependen de ti, como sucede en la familia donde gobierna alguien que teme a Dios.

(1.) Debes asegurarte de que tus hijos y siervos estén sujetos a la Palabra de Dios porque aunque le corresponde sólo a Dios gobernar el corazón, él espera que gobiernes al hombre exterior; porque si no lo haces, el puede en poco tiempo cortar tu descendencia [aun todos los varones] (1 Sam. 3:11-14). Ocúpate, entonces, de que sean sobrios en todas las cosas, en sus vestidos, su lenguaje, que no sean glotones ni borrachos; ni dejes que tus hijos maltraten sin razón a tus siervos, ni que se traten neciamente los unos a los otros.

(2.) Aprende a distinguir entre cualquier ofensa que tu familia te haya hecho a ti y la que le haya hecho a Dios; y aunque debes ser muy celoso del Señor y no tolerar nada que sea una transgresión abierta contra Él, debes aquí mostrar tu discernimiento y pasar por alto y olvidar las ofensas personales: “El amor cubrirá multitud de pecados.” No seas entonces como los que se enfurecen, cuyas miradas parecen las de un loco, cuando ellos son ofendidos pero se ríen, o por lo menos no reprenden sobriamente, cuando alguien deshonra a Dios.  “Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad” (1 Tim. 3:4). Salomón a veces era tan grandioso en este sentido que hacía que los ojos de sus espectadores se deslumbraran (2 Crón. 9:3, 4).

John Bunyan

John Bunyan (1628 – 1688) was an English Christian writer and preacher, best known for writing The Pilgrim's Progress, arguably one of the most famous published Christian allegories.